EDITORIAL
Ligas privadas: el baloncesto como refugio y resistencia
En los márgenes del sistema federado, lejos de los focos y las estadísticas oficiales, florecen cada semana decenas de ligas privadas de baloncesto aficionado. No nacen del marketing ni de la planificación institucional, sino de la necesidad. De la urgencia de jugar, de encontrarse, de construir comunidad en barrios donde el deporte no es espectáculo, sino refugio.
Estas ligas —a menudo invisibles para los medios y las federaciones— se gestan en patios escolares, polideportivos municipales, pistas abiertas y gimnasios compartidos. Son impulsadas por vecinos, por colectivos, por entrenadores vocacionales que entienden el baloncesto como herramienta de inclusión, autoestima y vínculo. En ellas, el marcador importa menos que el reencuentro, y la clasificación menos que el abrazo tras el partido.
En entornos populares, donde la precariedad marca el ritmo de vida, el baloncesto se convierte en espacio de dignidad. Las ligas privadas permiten que jóvenes sin recursos, adultos sin red y veteranos sin voz encuentren un lugar donde ser parte, donde construir relato, donde sentirse reconocidos. No hay fichas federativas, pero hay compromiso. No hay patrocinadores, pero hay comunidad.
Estas competiciones —a menudo autogestionadas, flexibles y adaptadas a las realidades locales— son también laboratorios de innovación social. Incorporan formatos inclusivos, horarios compatibles con la vida laboral, cuotas simbólicas y dinámicas de participación que rompen con la lógica excluyente del deporte profesionalizado. Son, en muchos casos, el único acceso real al baloncesto para quienes no pueden pagar licencias ni desplazamientos.
Desde La Veu AMATEUR queremos reivindicar estas ligas como patrimonio deportivo y social. Porque en ellas se juega mucho más que un partido: se juega la posibilidad de pertenecer, de resistir, de construir comunidad desde abajo. Son ligas de barrio, sí, pero también ligas de dignidad. Y merecen ser contadas, visibilizadas y protegidas.
En los márgenes del sistema federado, lejos de los focos y las estadísticas oficiales, florecen cada semana decenas de ligas privadas de baloncesto aficionado. No nacen del marketing ni de la planificación institucional, sino de la necesidad. De la urgencia de jugar, de encontrarse, de construir comunidad en barrios donde el deporte no es espectáculo, sino refugio.
Estas ligas —a menudo invisibles para los medios y las federaciones— se gestan en patios escolares, polideportivos municipales, pistas abiertas y gimnasios compartidos. Son impulsadas por vecinos, por colectivos, por entrenadores vocacionales que entienden el baloncesto como herramienta de inclusión, autoestima y vínculo. En ellas, el marcador importa menos que el reencuentro, y la clasificación menos que el abrazo tras el partido.
En entornos populares, donde la precariedad marca el ritmo de vida, el baloncesto se convierte en espacio de dignidad. Las ligas privadas permiten que jóvenes sin recursos, adultos sin red y veteranos sin voz encuentren un lugar donde ser parte, donde construir relato, donde sentirse reconocidos. No hay fichas federativas, pero hay compromiso. No hay patrocinadores, pero hay comunidad.
Estas competiciones —a menudo autogestionadas, flexibles y adaptadas a las realidades locales— son también laboratorios de innovación social. Incorporan formatos inclusivos, horarios compatibles con la vida laboral, cuotas simbólicas y dinámicas de participación que rompen con la lógica excluyente del deporte profesionalizado. Son, en muchos casos, el único acceso real al baloncesto para quienes no pueden pagar licencias ni desplazamientos.
Desde La Veu AMATEUR queremos reivindicar estas ligas como patrimonio deportivo y social. Porque en ellas se juega mucho más que un partido: se juega la posibilidad de pertenecer, de resistir, de construir comunidad desde abajo. Son ligas de barrio, sí, pero también ligas de dignidad. Y merecen ser contadas, visibilizadas y protegidas.
















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.127